Hace algunos años, participé en una obra de teatro donde cantaba canciones de Nina Simone. Para ello, aparte de escuchar su música casi exclusivamente y en bucle durante varios meses, leí su biografía.
Un apunte común en mis lecturas, a lo largo de los años, es la palabra PÚBLICO. Incendios, mudanzas, países… los libros siguen marcando esa zona de interés.
Entre las cosas que más me cautivaron de la biografía de Nina, estaba la forma en que llegaba horas antes a los teatros. Se pasaba varias horas antes de cada concierto observando el espacio. Teatro significa “lugar de ver”, y no solo para quienes están sobre el escenario, sino también para que el espectador vea a los intérpretes prepararse y observar.
“(...)para entonces ya los tenía hipnotizados. Para comprobarlo, me detenía y no hacía nada durante un instante; lo único que oía era un silencio absoluto; ya eran míos. Aquel momento siempre era misterioso. Como si hubiera una fuente de energía a la que todos nos habíamos enchufado, y cuanto más numeroso fuera el público, más fácil era; como si cada persona proporcionara una cantidad de esa energía”.
“Cuando pasé de tocar en clubes a hacerlo en salas más grandes aprendí a prepararme concienzudamente; iba a la sala por la tarde, cuando estaba vacía, y me paseaba por allí para ver dónde se sentaría la gente, cuán cerca de mí estarían los de la primera fila y cuán lejos los de la última, cuál era el tamaño del escenario, cómo estaban ubicadas las luces, qué área abarcarían los micrófonos, todo. Tenía un cuidado especial con los micrófonos, hacía el esfuerzo de encontrar el que me sirviera y descartaba el resto. Por eso, cuando subía al escenario sabía exactamente lo que hacía”.
Vuelvo a mi pequeña obsesión: ¿cómo hacer al público partícipe? Como decía Nina, ¿cómo integrarlos en mi hechizo? Es algo que no dejo de preguntarme nunca. El orden del repertorio siempre me llamó la atención. Nunca he repetido el mismo orden de temas, ni siquiera en conciertos consecutivos con las mismas canciones. Antes, veía esto como un signo de indecisión o de inconformidad. Pero, haciendo las paces conmigo misma (o al menos intentándolo), llegué a la conclusión de que no se puede mantener el mismo orden en d-i-s-t-i-n-t-o-s lugares con personas d-i-f-e-r-e-n-t-e-s. Simplemente, no se puede ESTAR presente y hacer las cosas siempre igual.
Tuve que elegir, y elegí el caos para estar presente.
El arte es una experiencia, y por eso, en cada representación se le pide algo al público, se le compromete. Para exigir esta participación, el artista debe pasar por un proceso de autoexamen, de trabajo profundo y sinceridad consigo mismo para poder comprometer al espectador a asumir los mismos riesgos. La participación genera experiencia, y la experiencia, empatía. Y ahí es en donde el arte puede transformar al mundo, porque después de un concierto o una obra de teatro, uno puede mirar el mundo desde una perspectiva nueva, vulnerable y empática.
Maravillarse es posible; solo hay que arriesgarse a participar. La imaginación del público es la que completa la obra.
Pero, ¿qué significa participar? Creo que es la disposición del público a dejarse llevar por lo que acontece, siempre sacando sus propias conclusiones y evocando asociaciones diferentes; en el mejor de los casos (y ojalá el único), sin dirección por parte del intérprete, sino impulsadas por la propia reflexión, generando ideas contrarias a las respuestas obvias, quizás confusión, y ¿por qué no? algo de disconformidad.
Esa alquimia necesita de ambos: artistas y público. Es preciso que el público se involucre y se deje conmover. Eso dará lugar a la experiencia, y la experiencia, al asombro, que, como dijeron los griegos, es el comienzo del conocimiento.
Un regalito:
Hace unos días estuve en Uruguay, cantando en la Sala Zitarrosa. Tuve el inmenso honor de tener de invitado a Fernando Cabrera. Acá les dejo un pedacito de la prueba de sonido con él. Pocos como él logran tener al público hechizado bajo su interpretación, que cada vez se vuelve más despojada, más mínima, más frágil y a la vez tan potente. Fue un regalo gigante cantar a su lado:
¿Cuál es tu sensación como público? ¿Te gusta sentir que se te remueve algo o preferís que te genere como una “suspensión de los sentidos”? ¿Qué cosas ayudan a que suceda el hechizo?
Lxs leo.
Guada
Me pasa, por lo general, que me conmueve el artista sobre el escenario, me despierta una admiración inconmensurable su valentía. Es un WOW haciendo eco a rienda suelta. Mi switch interno automáticamente se ecualiza en dirección a ese ser que habita la escena frente a mí. Cómo suena, como gesticula, qué historia atraviesa el nervio o fibra profunda en el instante del primer acorde, en esa persona, frente a mí. Los y las veo y siento: que locura lo que escribe, lo que interpreta, lo que se anima a cantarme, ojalá algo de eso que veo habite en mi. Digo “cantarme” porque me lo tomo personal; inevitablemente, yo elijo comprar esa entrada, tomarme ese tiempo, viajar hasta Bs.As. (como hice para tu show) solo para compartir esa pausa de escucha. Soy una voyeur de ese instante de vida en escena. Amo la música y amo a esos seres que la crean; los respeto, los celebro. Y como quien no quiere la cosa, me dejo engatuzar por el momento. Al fin y al cabo no lo saben pero yo los conozco, los dejo entrar a mi vida, con ilusión, musicalizando momentos: el nacimiento de mi hija, celebraciones, despedidas, el cotidiano y el extraordinario.
No puedo separar al mago de su hechizo.
Inevitablemente pienso en tu concierto en la trastienda Guada, quedé recalculando. Me atraparon recuerdos, me imaginé otra vida, agradecí vivir, respiré mucha veces muy profundo, la piel de gallina llegó a generarme incomodidad (mi alma se salía por los poros). Era el tercer tema (hablaba de tus intenciones financieras, dijiste) no lo conocía (y amaría saber cómo se llama), me preparé para escucharte con mayor atención al ser algo nuevo para mí. .Terminé llorando. Mire a mi compañera entre lágrimas y le digo: que locura! Hay que hacerme llorar al hablar de una casa! (Aunque sé que hay mucho ahí detrás ) lo dije como indignada por hacerme lagrimear. Bruja! :DY si, como no hacerlo? Era la tercer canción y ya me había entregado por completo a esa magia colmada de realidad, de esfuerzo, de verdad, de dedicación, de humildad, amistad, familia, mezclemos eso, hagamos la alquimia y te veo ahí, en el primer suspiro, antes del primer sonido, que sale de vos, hacia mi. Puedo sentir ese impulso del primer movimiento, los nervios, lo real. Me digo a mi misma, pucha! veo en ella lo que ama su hacer, te creo y para mí, ahí, está la pócima del artista. No hay atajos, no hay mentira, el truco es casi imposible de contar, se vive, lo vivo.
Gracias por la noche mágica llena de emociones, gracias por lo que nos contás en tu música, por compartirla, por el amor a tu país.
Hola Guada! Yo te vi en vivo una vez en bcn, en una sala pequeña con mucho encanto. Nos transmitiste justo lo q contas, el valor q le das al intercambio con los q van a escucharte y verte. Magia y disfrute 100x100👏👏